Evita las horas centrales del día si quieres tomar el sol porque son las más intensas y, en consecuencia, las más perjudiciales para la piel. No te confíes nunca si hay "vientecito" o "airecito" o si parece que está un "pelín" nublado: te puede parecer que el sol es menos nocivo porque no "pica", pero esto no es de ninguna manera así.
Si vas a la playa, acostúmbrate a pasear por la orilla ya que las olas te masajearán las piernas y es bueno también para los piés. Además, es una buena manera de broncearte de una forma uniforme y sin tener que estar estirada de un lado y luego de otro.
Recuerda aplicarte siempre el protector solar de la intensidad adecuada (los niños de factor 50) 30 minutos antes de tomar el sol, y después cada dos horas como muy tarde, y también después de cada baño. El protector solar, como su nombre indica, sirve para proteger la piel y no para broncear. Debemos protegernos del sol; los dermatólogos dicen que "la piel tiene memoria" y que un día u otro "nos pasa factura" si nos hemos excedido en el pasado.
No te olvides de las gafas de sol, deben ser de buena calidad y con filtro homologado.
Piensa también en la hidratación y bebe mucha agua.
También es una muy buena recomendación llevar una gorra o un gorro.
Si crees que ya es suficiente sol para ti pero todavía no os marcháis, ponte una camiseta (o la ropa que lleves) pero que sea de algodón o de lino, porque hará las veces de filtro solar adicional y pemitirá que tu piel transpire.
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